sábado, 3 de julio de 2010

"Sin reproches"

"Sin reproches" Carlitos Tevez

"Tenemos una espina clavada que en algún momento se va a salir" Nicolás Otamendi

"Esto sigue y hay que seguir vivo" Clemente Rodríguez

"Hoy en día nos toca sufrir y bueno, sufriremos" Javier Mascherano

Y sí, porque hay un momento en el que uno ya no tiene nada más para hacer, y agarra el pote de helado y se pone a ver cualquier película romántica en la cual los amantes terminan juntos; y se autocompadece. No hay otra forma de pasar el mal de amor.

Y llora, y duele. Y está la espina de la cual habla Otamendi, y la incomprensión de un mañana después de esto, a la cual hace referencia Clemente, y el ineludible dolor al cual hace referencia el Masche.

Pero Carlitos lo dijo, sin reproches. Sí, claro con todas las cosas para mejorar que se van a decir de acá a que empiece el nuevo torneo local. Hay cosas para mejorar, pero no reproches. No los reproches que hubieron en los últimos mundiales. Esa es mi sensación al menos.

Uno pelea por el amor. Hasta el último segundo. Y es en ese momento en el que uno se da cuenta que hizo todo para sacarlo adelante; apoya la cabeza en la almohada y duerme tranquilo.

Yo vi a las fieras peleando por el beso a la Copa hasta el último segundo, cuando claramente ya no valía la pena. Otras selecciones que me han roto el corazón en otros Mundiales, en el 2 a 0 se hubiesen derrotado y hubiesen dejado de buscar y de intentar. Y eso es lo que hace que Carlitos tenga razón. Los corazones rotos siempre duelen y tardan en sanar. Pero tienen otro sabor cuando la entrega fue total. Y otra sanación.

Quizás hoy no duerman tranquilos. Pero merecen hacerlo pronto.

Lo que duele, y mucho es el Deaje Vú. Lo del 2006 fue horrible. La lesión del Pato, la cara de ofendidito de Messi porque Pekerman no lo puso. Y ese penal que erró Cambiasso. Era algo que todos queríamos olvidar, aunque las circunstancias, idénticas, insistían en recordárnoslo.

A la tarde me fui a dormir la siesta. Cuando me desperté, por instinto prendí la tele. La siesta no había borrado nada. Seguía siendo ese mismo sábado pesado, de un negro tan furioso como la casmineta alemana. Y de desilusión.

Me acordé del spot de TN con música de Los Piojos que me había comentado mi hermana. Lo busqué en Youtube. Lo postée en Facebook, cuestión de que la espina de la cual hablaba Otamendi se hiciera más filosa. Hay momentos en que uno sólo quiere sufrir tranquilo. Y por qué no, en colectivo.

Empecé a buscar otros spots del Mundial como quien mira fotos de un amor trunco una y otra vez. Con la incredulidad y la negación de aceptar que quedaron obsoletas. Que ya no van a haber más fotos juntos. Que ya no hay más Sudáfrica y que el Mundial dejó de tener sentido.

También me acordé de los momentos lindos. Me acordé de un Palermo emocionado, haciendo referencia al tiempo que jugó contra Grecia "como esos diez minutitos que Diego me dio". Como un regalo del cielo. Como un regalo de Dios.

Y ver a nuestra vecina Uruguay entrar a la semifinal de carambola duele. Ella está entre los cuatro mejores del mundo y nosotros no. Eso, dejando de lado toda hipocrecía, da más bronca. Porque, futbolísticamente, somos mejores que Uruguay. Hasta el día hoy yo quería que Uruguay llegue a la final; porque son nuestros hermanos sudamericanos, porque Mujica me cae bien, porque me encanta Jorge Drexler y porque hay varios de los jugadores que están fuertes. Sólo que esa final me la imaginaba con el Diego en el banco de suplentes. Ahora estoy celosa. Y los celos, al igual que las ilusiones, son irreflenables.

Hoy Uruguay es esa amiga, no demasiado agraciada, que tiene un novio divino y nos avisa que el novio le propuso casamiento un día antes que a una le rompan el corazón en mil pedazos. Queremos ser Uruguay. Merecíamos ser Uruguay.

Uno de los comentaristas de T & C decía hoy a la noche: "Quizás este sea el lugar de la Argentina en el Mundial, los cuartos de final".

Hay veces que creemos que nuestro destino es tener amores erráticos. Que nacimos para sufrir, y que nunca vamos a ser esa amiga nuestra que finalmente encontró el amor. Que esas cosas sólo le pasan a los demás.

Yo me resigno a pensar que quien ha tenido amores erráticos, nunca va a conocer otro tipo de amor.

Y me resigno a pensar que el lugar de la Argentina en el Mundial sea este.

Y sí. Empiezo a soñar con el 2014. Quizás, para ese entonces, mi corazón ya esté recuperado y tenga ganas de volver a creer.

Siempre corriendo el riesgo de tener que juntar los pedacitos y tener que pegarlos con Poxipol.

5 comentarios:

  1. En el 2014 los vamos a apoyar a Brasil!!!
    Anita 8ya con 26...)

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  2. me gusta leer este cuadernito cibernético.
    el viernes te merecés otro chocolate.

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  3. Valentía pura, la del jugador que encara una defensa cerrada y la del que ama y entrega su vulnerabilidad a otr ser. Te felicito Maru!

    Guille!

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  4. lee todas tus entradas desde que empezo el mundial y mira tus cambios... empezaste sin ganas y terminaste sufirendola a flor de piel... yo creo que dieron todo q no hay nada que criticarles.. y que fue un lindo mundia, a pesar de no haber llegado a la final...
    vamos por el 2014!! YO VOY!!
    Besos
    Bere

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