sábado, 27 de febrero de 2010

Un moncho cualquiera

Ayer fui a bailar a un boliche llamado JET. Yo no frecuento boliches. Prefiero las fiestas. He aquí por qué.Ni bien llegué me sentí sapo de otro pozo.

Todas las chicas en el boliche tenían un mini mini mini falda. Yo tenía un vestido lila divino, con el cual me sentía una mojigata porque me llegaba a las rodillas. Con el largo de mi vestido sacaba como tres minis minis minis faldas de algunas de las muchachas habitués del boliche.

Llegué, y tenía el presentimiento de que iba a durar diez minutos ahí adentro.

Me sentía Laura Ingalls. Y eso que tenía puestas mis sandalias que tienen taco, que en otras circunstancias me hacen sentir súper osada.

A la entrada tuvimos un pequeño percance porque a mi amiga en muletas no la querían dejar pasar porque no se querían “responsabilizar“ si algo le pasaba. Sí, un horror. Ando con ganas de ir al INADI. Gracias a otra de las chicas que dijo que era una vergüenza que hagan eso pasamos. No tiene mucho que ver con el relato, pero al menos siento que denuncio a quienes manejan ese boliche por discriminación. La próxima me voy con la Constitución en la cartera.

Sigo con el relato. Llegamos y nos ubicamos en un lugar con sillas, por mi amiga.De repente Bere me grita “está el gordo”, y corre a saludarlo (una forma de decir, porque es la que está con muletas).El gordo es un compañero nuestro de la secundaria.

Yo no soy de las personas nostálgicas por su secundaria. Tengo recuerdos entrañables algunos, otros no tanto, y no siento melancolía por esas épocas. No me emociona encontrarme con gente del secundaria ni del primario. No me van las cosas reencuentro. Debe ser porque siento que no tengo demasiado que contar. O debe ser porque la adultez me sienta mejor que la adolescencia, aún habiendo años de la adultez que no la pasé bien. Pero lo bueno de ser adulto es que uno se tiene que crear a uno mismo. Y a mí me gusta eso. Aunque frustra a veces. Pero esas frustraciones no las cambio ni por el viaje a Bariloche, ni por mis borracheras de adolescente ni nada. El secundario pasó y ya.

Después de saludarlo al gordo, vino a saludarme Monchito.

Monchito es un compañero de la primaria en realidad, pero que durante la secundaria lo seguía viendo de vez en cuando porquen él se seguía viendo con mis compañeros.

A Monchito le dicen Monchito porque sus nombres de pila cson Alfonso Carlos, y decirle a un nene Alfonso o Carlos es un poco raro.

A Monchito no lo veía hacía, fácil, 6 años.

Lo último que supe de él fue por mi mamá que se la encontró a su mamá por la calle.

Ah, y lo tengo en Facebook, junto con otras personas que no veo hace años y que no hablo hace años.

Monchito me vino a saludar con mucho efusividad. Le había contentado verme, y estaba con unas copas demás, con lo cual sus sensaciones estaban exacerbadas.

Monchito me abraza y me empieza a hablar; con algunas “r” patinadas:

-Maru, que bueno verte…..(Los puntos equivalen a mis interlocuciones). Sos una grossa… Sabés que yo siempre me acuerdo de vos… Te lo quiero decir. Siempre me acuerdo de tu humildad, de tu generosidad, que me dabas consejos y me prestabas plata en los recreos. Siempre me acuerdo de vos y no te lo digo porque esté borracho…. Y todas las personas que te conocen se acuerdan de vos de esa forma, así que debés estar re acostumbrada a que de te digan esto, ¿no?. …Ya sé que estoy borracho, pero, sos una grosa. Yo, hoy soy quien soy gracias a vos, en serio. Te lo quiero agradecer. Las cosas que me decías me las voy acordar hasta el día que me muera. Tu humildad, que la aprendiste de la tu familia, porque te enseñaron a nunca creerte más que nadie… Siempre me acuerdo de tus dos hermanas, para mí formaron parte de mi vida, porque siempre me trataban re bien cuando me veían… Te lo debía esto, decirte todo esto. Uno nunca sabe cómo van a salir las cosas, pero hoy tengo la oportunidad de decírtelo, y salió así. Una mina como vos se merece lo mejor. Yo después del Bayard (colegio al que fui junto con Monchito), pasé por el San Javier, por el San Martín de Tours (los otros colegios a los que fue) y vos eras la persona da la que siempre me acordé. (Abrazo) Dale, abrazame fuerte, che... Y guardate todo esto que te estoy diciendo, eh. Siempre acordatelo. Gracias por todo."

Esta conversación, habrá durado más o menos media hora, creo. Durante el transcurso tuve momentos de dudas de la sinceridad de sus palabras, y de si de repente iba a intentar tirarse encima mío. Pero no. Monchito jamás en el transcurso de esa conversación (que algunas partes seguramente habré olvidado) intentó eso. Y las cosas que decían, si bien teñidas por una borrachero emotiva, guardaban coherencia. Sí , tengo dos hermanas que lo adoraban, sí tengo dos padres humildes, y sí, le prestaba plata en los recreos. Monchito se despidió. Y siguió dando vueltas por el boliche.

Me lo volví a encontrar al Gordo:
-¡Viste qué denso que está Moncho! Ni bien te ví te lo delegué a vos, ya no lo aguantaba más- me dijo.

Sí, probablemente Monchito no me hubiese dicho todas esas cosas estando sobrio.Pero a mí siempre me dijeron que los niños y los borrachos dicen la verdad. Y yo creo que Monchito lo decía en serio. Estimulado por el alcohol, OK, pero eso no le quita honestidad a sus palabras.

Como dijo Monchito, uno a veces no sabe cómo van a salir las cosas.

Yo terminé encontrándome con retazos de quien fui en el lugar menos esperado de Buenos Aires. Y también encontrándome con los cimientos de lo que llegué a ser, en ese mismo lugar.

Después del episodio de ayer, ya no me genera tanto rechazo encontrarme a mis compañeros del colegio. Y quizás, hasta empecé a entender un poco por qué la gente se reúne con las personas que formaron parte de su infancia.

Quizás esta entrada les parezca un poco vanidosa.Pero Monchito me hizo prometerle que iba a guardar todo lo que él me dijo.Y no encontré mejor lugar que mi Cuadernito Avón Virtual.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Un mal día lo tiene cualquiera

Tener flequillo es una responsabilidad.

Cuando me lo hice, hace un par de semanas, estaba al tanto de esto, ya que me lo había hecho hace unos tres años, y sabía que las mañanas no son fáciles para el Sr. Flequillo.
Debido a esto, tuve que empezar a utilizar un objeto que rara vez uso: el secador. La naturaleza me ha dotado de un pelo lindo, debo confesar. No necesita mantenimiento de ningún tipo, y extrañamente tiene un mal día.

Pero el Sr. Flequillo es otro cantar.

El Sr. Flequillo es un poco egocéntrico, y hace que todo el esfuerzo capilar se concentre en él. Y, además, se ensuncia más que la demás mata de pelo. El otro día me levanté, y me daba vagancia bañarme sólo para lavarlo a él, y lo que hice fue mojarlo, ponerle shampoo y utilizar la pileta para lavar las manos. (técnico muy práctica que me comentó una amiga)

Yo lo que hago generalmente es bañarme a la noche, me lo seco, y me voy a dormir.

Hay veces que las mañanas son armónicas, y le doy una rápido cepillada, y estoy divina para salir.

Hoy no fue una mañana tranquila. Tampoco fue una mañana tan catastrófica como para darme por vencida y tirárlo para atras con hebillas.
Lo traté de acomodar. Más allá de que lo había secado, había algo raro en él. Como chato y expandido a los costados. Estaba muy poco dúctil. Pero creí haberlo manejado.

Llegúe a la oficina y de repente, en el reflejo de una pantalla de la computadora, ví que evidentemente, el temita no estaba controlado.

Fui al baño. Me tomé mi tiempo para acomodarlo. Me lo tiro para el costado. Quedaba más prolijo, pero medio raro, no me convenció. ¿Al costado o para adelante?
Tardo mucho, y me da verguenza, porque vienen mujeres al baño y salen y yo todavía estoy ahí, peinándome.
A ver si después comentan:
-Che, viste la boluda de la oficina de al lado, ¡ayer estuvo tres horas peinándose en el espejo del baño!

Decido dejarlo para adelante. Pobre Sr. Flequillo, todos tenemos un mal día y esperamos comprensión. Él también la merece.

viernes, 19 de febrero de 2010

Perlitas de cuarto de siglo

Finalmente hace dos días cumplí años, y estas son las perlitas dignas de bloguear:

*Soplé las velitas un total de cuatro veces: a las doce con mis compañeritos de elenco que me compraron una pastafrola riquísima; a la una menos cuarto, con mis padres que me esperaban con un tiramisú y disfrazados con adminículos de cotillones robados de algún casamiento; a la tarde con mis compañeros de trabajo con una torta que me compró Albert (mi "subjefe", muy lindo gesto), y a la noche con mi familia y amigos, en una balconeada en casa. Eso da un total de 12 deseos que pedí. ¿Será legal pedir tantos deseos en mi cumpleaños? ¿Hay alguna norma social o moral que lo impide? ¿Se me cumplirán? ¿Estoy abusando?

*El chiste de la jornada fue simular que cumplí 21 años. Es patético cuando uno llega a una instancia en la vida en que simular la edad puede convertirse en un chiste y no en una forma de entrar a un boliche o conseguir que te vendan cerveza.

*De todos los saludos escritos que recibí éste fue el que más me gusto (agradezco a todos los mensajes escritos, pero éste fue el más lindo che), el de un primo hermano de mi papá que veo muy de vez en cuando y me mandó este mensaje por bandeja de entrada de Facebook:

"Que este año que cumplís lo vivas como lo soñaste... y mejor aún !!!BesoMiguel"

*También hay podio para el mejor llamado por teléfono. Estoy en la oficina y me llaman de un núumero desconocido:

-Feliz cumple-me dice la voz en el teléfono con un tono misterioso.
-Gracias, ¿quién habla?
-Un compañero con el que cursaste hace mucho tiempo y que cumple el mismo día que vos.

Busqué en mi archivo de gente de la facultad. Enigmada por el misterio busqué y busqué. ¡El chino cabezón! El chino cabezón es un chico coreano con el que cursé una materia de segundo año, y con otro compañero de la facultad le decíamos así a raíz de una anécdota que él mismo nos contó sobre una vez que se había cagado a trompadas en un boliche porque le habían dicho "chino cabezón". Hace más de dos años que no sabía nada de él. Y, efectivamente, yo cumplo el mismo día que él, y su hermana cumple el mismo día que nosotros dos. Es más, su hermana nació el mismo día que yo.

Martín! ¿Qué lindo recibir tu llamado!- Martín es su nombre argentino. Tiene un nombre en coreano también. No le dije chino cabezón porque hace mucho que no lo veía y no sé si daba.

Así es como el chino cabezón se ganó el premio la mejor llamado.

*Conversación telefónica con mi amiga Mechy:
-Boluda, hace veinte años que compartimos nuestros cumpleaños. -me dice- Yo me doy cuenta que sólo la gente vieja puede decir que se conoce hace veinte años.

Mechy es mi amiga más antigua. Y fiel seguidora de este blog ( de hecho fue uno de los temas de conversación en la charla telefónica), así que va a morir de la emoción cuando vea su nombre escrito.

*A eso de la 1 de la mañana, cuando estaba bastante borracha di un show a mis amigos y me puse todos los regalos juntos. Hay fotos. Los cuales no van a ser publicadas en este blog.
*Al otro día me tuve que volver temprano de la oficina porque tenía resaca (con vómitos incluidos). Patético. De todas fromas, debo confesar que eso me hizo sentir jóven de vuelta, pero de una forma extraña.



Gracias a todos los que compartieron, de una u otra forma mi entrada al cuarto de siglo conmigo. Incluso a aquellos que escribieron en el muro de mi perfil de Facebook.

lunes, 8 de febrero de 2010

Experimento

Este año había decidido hacer un pequeño experimento.
Harta de la hipocrecía y liviandad Facebook en el día de los cumpleaños de las personas, saqué mi fecha de cumpleaños (que se está aproximando) de mi perfil. De esa forma, me va a saludar por mi cumple sólo la gente que realmente se acuerde y que tenga las suficientes ganas de saludarme como para levantar el tubo o utilizar la energía de sus dedos para escribir un mensaje de texto o mail en su defecto.

Quiero sólo saludos genuinos, sentidos y no superficiales. Los otros no me interesan. Así fue que saqué mi fecha de cumpleaños de mi perfil.

Seguí mi postura sin titubear, hasta que hace poco mi amigo "Birri", me habló por MSN:
-¿Qué es eso de andar sacando tu cumpleaños de tu perfil del Facebook, Maruquita? - me escribió.
-Estoy haciendo un experimento. Sólo quiero saludos genuinos este año.
-Ah, porque no me acordaba cuándo era, y me metí en tu perfil para ver cuál era y no estaba.

Esta variante no la pensé. Birri quiere saludarme genuinamente para mi cumple, se fija en el Facebook, y no está la fecha. Es decir, que mi actitud quizás hace que me pierda de saludos genuinos (vía no Facebook) de gente que usa el Facebook como una suerte de agenda. Y los saludos me ponen contenta.

Quizás tenga que volver a poner la fecha, para que esos saluditos que me ponen contenta lleguen.

Vía no Facebook, está claro.