sábado, 12 de junio de 2010

Ya me han roto el corazón...

Este mundial me agarró con una indiferencia total.
Decidí que los partidos los voy a ver sólo si los veo con mi papá.

Hoy sábado, me levanté a verlo sólo porque lo iba a ver en familia. Si no, hubiese seguido durmiendo.

Ni bien vino a despertarme mi papá (a quien la noche anterior le especifiqué claramente que me levante a las ONCE, no a las once menos cuarto, ni a las once menos diez, si no a las ONCE) pude ver su cara de Mundial. La cara de Goli ( mi papá, así le decimos) de Mundial es una cara iluminada.
Como no pensaba ver el partido detenidamente, fui la encargada de cebar mates.
Ni bien empezó, y cuando me di cuenta que estaba cebando mate con una indiferencia total, noté dos cosas: 1) que me estoy pareciendo a mi mamá, que va y viene durante el partido y jamás se queda sentada todo el partido, y 2) que me volví un cliché femenino, indiferente al fútbol.

Lo que sucede es que yo no era así. Cuando tenía once años tenía la pared de mi cuarto llena pero LLENA de pósters de River. Me sabía los nombres de pila de TOOOOODOS los jugadores de River (incluso el de Burgos, que eran tres: Germán Adrián Ramón; no me tuve que fijar en Google, aún lo recuerdo perfectamente). AMABA al Enzo, tenía un póster de él pegado en el cuarto, el cual me había venido con el Gráfico (porque sí, compraba el Gráfico) y lloré en el piso del mi cuarto cuando anunció que se retiraba, que fue casualmente un día antes de mi cumpleaños. Iba a la cancha con mi papá, con los amigos de mi papá y con los hijos de los amigos de mi papá todas las semanas (no cruzaba ni una palabra con ellos porque me daba mucho pudor ser la única mujer; incluso me contenía los cánticos). Fui a ver con mi papá al cine la final de la Intercontinental que jugó River en el ’96 contra Boca en China (o Japón, no recuerdo bien). Vi todos los Mundiales que recuerdo pegada al televisor. Sin pararme de la silla. Leyendo el deportivo todos los días. Emocionándome cuando pasaban el himno. Viendo la previa. Poniéndome literalmente la camiseta.

Sí, yo era esa, la misma que hoy vio el partido con total indeferencia cebando mate.

¿Qué es lo que me pasó?

¿Qué pasó con toda esa esperanza, esa piel de gallina, esa ilusión, esas ganas de creer que esta vez iba a hacer diferente?

Entonces fue cuando me acordé de lo rápido que esas ilusiones se fueron estrellando: en el ‘98, en el 2002, en el 2006. Yo volvía a creer en esos 23 guerreros. Creía que iban a salir a la cancha como fieras.

Pero me rompieron el corazón. Y no una, ni dos veces. Tres veces.

Toda mujer tiene derecho a no atenderle el teléfono o no contestarle el mensaje de texto a aquél hombre que la ilusionó una y otra vez con que las cosas iban a ser diferentes.

Toda mujer tiene derecho a resguardar su corazón.

Toda mujer tiene derecho a capitalizar los errores pasados y decirle NO a quien ya le hizo daño.

Yo, entonces, tengo derecho a cebar mate durante el partido, con total indiferencia.

Claro que, siempre mirando de reojo, como quien se reencuentra de casualidad con ese hombre que le rompió el corazón tantas veces, y recuerda exactamente por qué se enamoró la primera vez, y por qué tropezó tantas veces con la misma piedra.

Por la adrenalina. Por las ganas de creer que esta vez va a ser diferente. Y por la sensación de que, una vez más, va a valer la pena apostar a ese amor.


Nota al pie: Hay una columna que escribió Cristina Pérez, que me inspiró bastante, y que se parece a mi entrada. Más bien, la analogía que hago entre el amor y el fútbol se parece a la analogía que hace ella, dado que la leí hace un tiempo. Pueden leerla en: http://www.estoestucuman.com.ar/index.php/2010/04/14/la-tucumana-cristina-perez-conductora-de-telefe-ahora-es-columnista-deportiva-de-perfil/

6 comentarios:

  1. Genial entrada.. estas hecha una mujer anti deporte.. definitivamente!, TE APOYO!.. PEROOO. SI SALIMOS CAMPEONES... vamos al obelisco?? ?? Orne.

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  2. La mejor entrada del blog, definitivamente.
    Marian

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  3. Yo quiero que vuelva la maru de los poster de River colgados en la pared. A esa quiero ver.
    D. R.

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  4. River Plate jugó y perdió la Intercontinental del '96 ante la Juventus de Turín en Tokio. El amor y el fútbol tienen dos cosas en común: la incondicionalidad y el masoquismo.

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  5. Algunos datos se me han borrado después de tantos años. Había sido con la Juventus, es verdad. No sé por qué pensé que había sido con Boca. Debe ser la costumbre de siempre perder con Boca.

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  6. Es que Boca iba mejor, dado que a veces nos hace perder en el amor también. Muy lindo Maru, la analogía y tu relato! Una vez más coincido con Marian..jaja..Guille!

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