lunes, 11 de enero de 2010

En los zapatos de otra

Hoy salí del trabajo y esuché a dos mujeres en la calle comentando sobre las ofertas de Falabella.
Decídí ir a pispear. Agarré Florida, y me detuve en una casa de zapatos.
Le pedí al chico un par de zapatos.
El chico me trajo los zapatos.
Cuando me los iba a probar me di cuenta de que no eran lo mismos. Eran unos exactamente iguales, pero con más taco. Los que le había pedido tenía un taco, pero pequeño. Yo no uso taco. Tengo el complejo de corpachona y siento que si me pongo un taco con algunos centímetros soy un traba, y me siento muy poco sexy. Y además, me siento expuesta. Como que al estar más alto, estás más a la vista de la gente. En cambio, al estar más bajo, uno se amalgama mejor entre la multitud.
Decidí probármelos, mientras el chico me iba a buscar los otros, los de menos taco, los que usualmente, me hubiese comprado.
Estos, los más altos, me quedaban divinos. Me hacían sentir sexy, más femenina y juguetona. No sé cómo explicarlo.
Fantaseé por unos instantes con la idea de comprarme los más altos, como un acto de rebeldía a mis predecibles zapatos sin taco; como jugar a ser otra persona; ponerse en los zapatos de otra. Me empecé a imaginar a mí misma caminando por la calle Florida con esos zapatos, y me encantaba.
Vino el chico con los otros zapatos, a esta altura, los "aburridos". Me los probé; eran mucho menos vertiginosos, menos juguetones.
Yo siempre pienso a la moda como una cuestión de identidad. Hay muchas cosas que se usan, pero que no tienen nada que ver conmigo, y que de ponérmelas, estaría traicionando mi esencia. Yo elijo cada prenda con ciertas máximas que deben conjugarse: exclusividad de la prenda (no en el sentido de cara, sino en el sentido, de que no sea una prenda que se vea por doquier en la calle), originalidad (va de la mano con exclusividad) y conexión con el estilo de uno.
Tenía en un pie el zapato vertigionoso, y en el otro el aburrido.
Me pregunté por un segundo si comprándome el alto no me estaría traicionando, ya que era una zapato de moda, nada original y que violaba mi indeclinable estilo de zapato sin taco.
Me pregunté si comprándomelos, se me ultrajaría de algún modo la integridad. Pero la sensación de querer caminar con esos zapatos por la calle Florida, pudo más.
Los tengo acá, al lado mío y ya tengo el outfit para estrenármelos mañana.
Mañana veré qué pasa con toda esa neurosis de la identidad.
Pero hoy, me voy a dormir pensando en que mañana, voy a caminar por el microcentro con la frente bien en alto, y con tacos. Las vueltas que da la vida...

2 comentarios:

  1. hoy me los mostras!!!

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  2. "Me pregunté por un segundo si comprándome el alto no me estaría traicionando"
    ¿te referís a si traicionás tu actitud anti-copada sin pulgares levantados y "aburrida"?
    Firmo.

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